En tu acto de fe me conmoviste
y conspiraste para una extraña razón,
me hiciste perfecta, bella
en tus equivocaciones.
A veces mis aguas giran
y se purifican sólo para
volverse a estancar
y en vos contaminarse.
Mi cuerpo que a nada
ni a nadie se ha sujetado
a veces camina a la puerta de tus gracias
por si en esas malditas columnas
por si en esos malditos descuidos…
no sé, aparecés.
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